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El Cafelito

Llegando a una conclusión

Llegando a una conclusión Hacer el mismo camino todos los días puede llegar a convertirse en rutina. Todas las mañanas la misma calle y los mismos rostros que se cruzan contigo con cara de soñolientos. Cada mañana y cada tarde ando por la calle sin prestar mucha atención a lo que me rodea. Antes cuando venía a Sevilla, mi ciudad natal, de visita, me quedaba embobada viendo la catedral, cruzando el puente, viendo la torre del oro ligeramente reflejada en el Guadalquivir..disfrutaba de cada paseo, de cada rincón. Y ahora paso todos los días por delante de esos encantos y ni siquiera les dedico una rápida mirada. Más que nada porque si me detengo en el puente de San Telmo a las 8.45 a.m corro el peligro de morir atropellada por los peatones que cada mañana cruzan de una orilla a otra del Guadalquivir como alma que lleva el diablo.

Pero hoy he salido con tiempo de casa, y he andado despacio, me he detenido en el puente de San Telmo y he mirado a mi alrededor...cosa que no puedo hacer a las 2 de la tarde cuando salgo porque entonces a parte de morir atropellada puedo morir asfixiada. Al pararme esta mañana he visto mi ciudad de otra manera, he vislumbrado mi camino al trabajo desde otra perspectiva...A la torre del oro ya le han quitado los carteles que la cubrían a causa de su reconstrucción y ahora parece que brilla; el puente de Triana a lo lejos...los comerciantes de la calle Betis, sacando las mesas a fuera, colocándolas cerquita del río..Luego he continuado mi camino y he vuelto a verlo a él. Cada mañana tengo que esquivarlo porque cada día coloca su cartón en medio de la calle, hoy tenía cara de dormido, el pelo revuelto y la mirada perdida. Pero hoy me ha impactado más que nunca observarlo, no porque se quitara la camiseta y dejara al descubierto su esquelético cuerpo sino porque esta mañana mis ojos no veían lo mismo de siempre. Sí, esta mañana he estado yo muy observadora, y he llegado a una conclusión clara, la de veces y veces que andamos despistados y no vemos lo que tenemos a nuestro alrededor. En muchísimas ocasiones hemos podido tener la felicidad delante de nuestras narices y no hemos sido capaces de verla por nuestro egocentrismo. Hoy me he dado cuenta de que mi camino al trabajo no es rutina, es belleza; y al ver al hombre tirado en la calle me he dado cuenta de que lo que yo considero problemas son auténticas tonterías..Entonces he llegado al trabajo como la que lleva ya tres horas despierta, llena de vitalidad y buen humor, así que mañana repito.

2 comentarios

Marta -

Es sorprendente como una misma ciudad puede cambiar si la miramos con otros ojos, y con otras luces. El tiempo parece que se detiene por las mañanas y busca el reflejo juguetón del sol sobre los edificios... No sé, es un buen ejercicio.

besos

monocamy -

Síiiiii, así me gusta. Llegas al trabajo y repartes buenas vibrassss, y todo es hermoso y multicolorrrr y hasta el sueldo te parece justo y suficiente...

Bueno, no...eso ya sería euforia. Euforia peligrosa.

xDDDDD

Un beso, gamberra
:*