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El Cafelito

El olor del azahar...

El olor del azahar... Ese día, ella iba andando por la calle, mirando fijamente al suelo. Iba mirando cada pequeña hierba que sobresalía por los adoquines de la carretera, ese suelo, tan típico de su tierra.

Aquella mañana olía más que nunca a azahar, la bella flor blanca del naranjo. Ese olor siempre le recordaba a su ciudad natal. Da igual donde estuviera viviendo o el tiempo que hubiera transcurrido, porque aquel olor destapaba muchos bonitos recuerdos, guardados con mucho cuidado en su cabeza y en su corazón. Y todo por un instante de olor a primavera.

De repente, aún con mirada fija en el suelo, ella cerró los ojos y olió con más intensidad y de repente, como si se hubiera montado en una máquina del tiempo, ella estaba subida a la verja de un portal; era negra y de grandes agujeros, por eso, ella podía acomodar sus pies para tocar el telefonillo, porque era demasiado pequeña para llegar a los botones del interfono.
Ella esperaba ansiosa escuchar la voz por el otro lado, la voz de su abuelo Manolo, con ese tono y esa fuerza que sólo él sabía darle.

-“Somos nosotros!!!”, a Manolo le encantaba escuchar la vocecilla de su nieta, con tanto entusiasmo y siempre la esperaba en la puerta, y escuchaba atento y con alegría, como su pequeña y revoltosa nieta subía hasta el segundo piso por las escaleras, pisando con fuerza cada escalón.

Y de repente allí estaba, con sus rizos rubios y largos y casi sin respiración por la carrera escaleras arriba...

- Abueeeloo!!!

Su nieta siempre se le echaba a los brazos, y eso que él no era muy cariñoso; pero en aquel momento siempre le abría los brazos a su nietecita. A ella le encantaba tocarle la papada, tan blandita...

Ella entraba en el piso gritándole a su abuela y Manolo se quedaba en la puerta para recibir a su hija y a su yerno, siempre cargados de maletas.

Ella pudo ver con claridad aquella mañana, los brazos de su abuela, abiertos con cariño para recibirla. Y volvió a ser una niña que cogía carrerilla por el pasillo y se lanzaba torpemente a los brazos de su abuela. Qué sensación le provocaba aquel abrazo, la tranquilidad y la seguridad, la suavidad de su bata rosa, pero sobre todo, el olor tan característico de su abuela, lo aspiraba fuerte, para no olvidarlo nunca.

Aquella mañana de abril, aún plantada en la calle de adoquines, ella, ya una mujer seguía con los ojos cerrados, transportada a la casa de sus abuelos, a su infancia. Lo veía todo con total nitidez: la salita, el cuarto de la Virgen con las mecedoras, donde cada día jugaba con su primo Rafa a los profesores, el cuarto de baño rojo, el pasillo que daba a la cocina, de color ladrillo, donde había una pequeña pila donde ella siempre bebía agua directamente del grifo, recordó el salón de visitas, todo tan perfecto, donde su abuela no les dejaba jugar y ella se escondía causándole siempre a su abuela, primero un gran enfado y luego largas carcajadas. Todavía recordaba el dormitorio, la cama plegable de matrimonio donde ella dormía con sus padres, clavándose los muelles y con el gran ruido de la calle.

Y entonces, lo que más añoranza le creó, volvía a abrir la despensa del chocolate y ese olor...la llevó otra vez a su infancia, cuando era una niña, cuando todo eran juegos y risas...

Un largo pitido de un coche la despertó de su sueño y volvió a ser una mujer, otra vez en el presente, miró a su alrededor como despistada y entonces recordó donde estaba, se abrochó más el abrigo y empezó a caminar calle arriba, aún tenía muchas cosas que hacer aquella mañana...

2 comentarios

VANS -

Que impresionante puede llegar a ser nuestra mente, y como con un simple olor puedes recordar momentos exactos de tu vida.
Estos días que he estado en Sevilla, me ha pasado eso, he vuelto a recordar cosas de mi niñez. Han sido días casi de meditación, aún estando rodeada de miles de gente cuando paseaba por las calles, mi mente estaba en otro lugar o quizás en otro tiempo.
Es bonito tener esas sensaciones y creo que es eso lo que nos hace sentir que estamos vivos

Di -

He vuelto a tomarme un cafelito!! Hoy me apetecía pasarme a por uno, el aroma me ha llegado desde lejos... y una vez más no me defrauda. Un beso