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El Cafelito

Relatos inesperados

Quiero...

"Quiero que me oigas, sin juzgarme
quiero que opines, sin aconsejarme
quiero que confies en mi, sin exigirme
quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi.
Quiero que me cuides,sin anularme
quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi
quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme
quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi
quiero que me protejas, sin mentiras
quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy contás conmigo...
Sin condiciones..."

Autor: Jorge Bucay "Cartas para Claudia".

El Sol siempre Gira

El Sol siempre Gira Se tapó con la sábana. Arrugó la nariz debajo de ellas y frunció el ceño. No podía ser posible. Él ya no estaba tumbado a su lado, ¿a donde había ido? ¿cómo era posible que hubiera salido tan pronto?, Sol intentó volver a quedarse dormida pero no lo consiguió.
Salió como todos los días, camino de ninguna parte, intentando abrirse un hueco en eso que llaman sociedad.
Andando por la acera seguía pensando en él, en su rostro, en sus palabras de la noche anterior, cuando su silueta se convirtió en realidad para dejar de martirizar sus sueños.
Sol entró en la primera tienda que encontró y dejó su curriculum, total, cualquier trabajo le vendría bien, aunque en el fondo de su corazón sabía que aquello la estaba matando.
Ella era una buena periodista, sabía que valía y que algún día lo demostraría, pero no en este lugar ni en esta ciudad, Sol sabía que algún día tenía que encontrar la valentía de abandonar no sólo su ciudad sino también a él.
Rápidamente apartó ese pensamiento de su cabeza y siguió andando hasta el Puerto.

De vez en cuando iba allí, al Espigón de sus sueños, a hacer volar su imaginación, miraba a las gaviotas, todas juntas sobrevolando el mar, seguramente tras un objetivo, el objetivo que ella aún no encontraba.
Algún día, pensó, algún día me iré, no sé cuando ni como, pero yo también he de encontrar el valor de volar tras mi objetivo.

Sin darse cuenta el calor empezó a golpearle en la nuca, había estado tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de lo tarde que era.
Cogió el bolso apresurada y se dirigió al mercado, tenía que llegar antes de que María, la del puesto de frutas, cerrara.

En el Mercado siempre hacía una temperatura agradable, olía a fruta, a verdura y a pescado fresco, ese olor tan característico de su tierra. Sol se alegró de estar allí, con paso ligero divisó que María estaba a punto de echar la reja.

- María espera…
- Sol! Hay que ver hija mía, tú siempre la última.
- Lo sé, perdona, no me he dado cuenta de la hora que era.
- Bueno, te pongo lo de siempre no? Sus manzanas.
- Sí por favor, gracias.

Sol anduvo por el Paseo, buscando a Manuel con la mirada, rápidamente lo vio sentado en la misma orilla de todos los días. Se acercó a él por la espalda y antes de que llegara a él, la saludó.

- Hola Sol, que bueno que hayas venido.
- ¿Cómo sabías que era yo?
- No sé, siempre lo sé.
-Toma Manuel, te he traído tus manzanas.
-Gracias pequeña, tú siempre tan buena…

Manuel tenía la cara arrugada, sería por el viento que tantas veces había rozado su rostro en aquella orilla, tenía el pelo blanco- como el de su padre- y larga barba. Sus ojos eran del mismo color que el oceano, profundos. Algunos días los tenía brillantes y otros días revueltos. Exactamente iguales que el mar. Por eso, a Sol, su mirada le enternecía.
Escucha pequeña, hoy voy a contarte una historia, un relato que seguramente tu alma no entenderá al principio pero ya verás que pasado un tiempo, estas palabras retumbarán en tu cabeza y serán el eco de tu corazón. Ven, mira allí lejos, al horizonte, ¿ves algo?...

(El Sol seguirá girando mañana…)

Vane también sirve Cafelitos...

Vane también sirve Cafelitos... Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.

Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.
Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.
Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.
Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.
Pero desgraciadamente, sólo con el tiempo...

Jorge Luis Borges

Leyenda china

Leyenda china Cuenta una leyenda china la historia de dos amantes que jamás logran reunirse, se llaman noche y día.
En las horas mágicas del atardecer y el amanecer, los amantes se rozan y están a punto de encontrarse pero nunca sucede.
Dicen que si prestas atención puedes escuchar sus lamentos y ver el cielo teñirse del rojo de su rabia.
La leyenda afirma que los Dioses, tuvieron a bien concederles algún instante de felicidad y por eso crearon los eclipses, durante los cuales los amantes logran reunirse y hacen el amor.
Tú y yo también esperamos nuestro eclipse. Ahora que hemos comprendido que ya nunca volveremos a encontrarnos, que estamos condenados a vivir separados, que somos la noche y el día.

(Cuatro amigos- David Trueba)

El comienzo

Todo empezó con un esfuerzo, el esfuerzo de quitarse de encima aquella capa dura que la envolvía. Ella no sabía ni siquiera como había llegado a tenerla, el caso es que hacía tiempo que esa capa la axsfisiaba. No podía respirar y su verdadero rostro no podía ser contemplado desde que esa otra piel oscura la escondía.
Un buen día, la niña quiso desahacerse de ella, empezó a darse tirones, cada vez con más fuerza. Lo intentó durante varios días hasta que al final, después de aquel duro empeño desenfrenado, la capa oscura calló al suelo.
Ella tuvo que cerrar los ojos rápidamente porque la misma claridad y luz del día la cegaron por un instante. Empezó a abrir los ojos, primero poco a poco, cada día los intentaba abrir un poco más. Ella se esforzaba y en realidad no sabía de donde salía todo ese coraje y toda la fuerza que le permitía abrir los ojos más y más cada día.
El esfuerzo mereció la pena pues la niña asustadiza que un día se escondía bajo una capa, un buen día logró abrir los ojos del todo. Al hacerlo, se emocionó al ver de lo que era capaz su propia agonía, sacar a la luz todo lo que ella tenía no había sido fácil pero fin lo consiguió.
Ahora, esa niña intenta no taparse con nada y ya hace tiempo que dejó de jugar al escondite con la vida.