Lo que nunca te dije
Hoy pensé en ti y quizás tú no te diste cuenta, ni siquiera has notado que pensaban en ti desde lejos. Eso no se nota, no se siente.
Quizás no sepas o tal vez no te acuerdes ya, de que una vez yo te quise, sentada en mi árbol particular, cerrando los ojos. En muchos momentos yo te quise pero tú no te diste cuenta.
Había veces en que caminaba por delante de ti y te miraba con cautela, tú no notabas mis ojos sobre ti, ni te percatabas de mi presencia.
Tú eras un hombrecito y yo una chiquilla con lazos de colores en mis coletas. Muchas veces recorría la plaza del pueblo para verte, con mi mejor vestido de domingo. Y te volvía a mirar.
Quizás hace poco tampoco notaste que yo pensaba en ti, tampoco notaste mis ojos recorriendo tu cuerpo, tu cara, intentando indagar en tus pensamientos.
Tú te hiciste adulto y yo jovencita. Seguía observándote en la distancia, siempre en silencio, siempre acobardada. Siempre callada yo te amaba.
Así pasaron mis mejores años y tú nunca supiste que pensaba en ti, nunca viste mis ojos mirarte. Yo me fui y tú te enamoraste. Mientras los años pasaban yo aún pensaba en ti, como una loca obsesión con diferentes fases: locura de niña, pasión de jovencita, amor loco de adulta y ahora ya no sé como definirlo.
Esta mañana volví a pensar en ti y tu tampoco lo notaste. Quizás lo he hecho porque el pasado domingo te vi, sentado en tu banco, con tus mismos ojos y tu pelo todavía revuelto. Te observé desde lejos como siempre y volví a admirarte. No sabes como he deseado durante toda mi vida que alguna vez levantaras la mirada y por un instante vieras mis ojos, suplicándote...
Aún sigo pensando en ti a pesar de tener ya el pelo blanco, a pesar de todos estos años, y te escribo esta carta con manos temblorosas, no por los años sino por el miedo que siento al escribirla. Ya no me queda nada que decirte después de todos estos años en silencio. Tal vez solo hubiera bastado con un simple hola y hoy dejo esta carta sobre la hierba para que se la lleve el viento, para que la cubran las hojas, para que te la entreguen donde quieras que estés, amado mío, ahora que ya no volveré a admirarte...
Quizás no sepas o tal vez no te acuerdes ya, de que una vez yo te quise, sentada en mi árbol particular, cerrando los ojos. En muchos momentos yo te quise pero tú no te diste cuenta.
Había veces en que caminaba por delante de ti y te miraba con cautela, tú no notabas mis ojos sobre ti, ni te percatabas de mi presencia.
Tú eras un hombrecito y yo una chiquilla con lazos de colores en mis coletas. Muchas veces recorría la plaza del pueblo para verte, con mi mejor vestido de domingo. Y te volvía a mirar.
Quizás hace poco tampoco notaste que yo pensaba en ti, tampoco notaste mis ojos recorriendo tu cuerpo, tu cara, intentando indagar en tus pensamientos.
Tú te hiciste adulto y yo jovencita. Seguía observándote en la distancia, siempre en silencio, siempre acobardada. Siempre callada yo te amaba.
Así pasaron mis mejores años y tú nunca supiste que pensaba en ti, nunca viste mis ojos mirarte. Yo me fui y tú te enamoraste. Mientras los años pasaban yo aún pensaba en ti, como una loca obsesión con diferentes fases: locura de niña, pasión de jovencita, amor loco de adulta y ahora ya no sé como definirlo.
Esta mañana volví a pensar en ti y tu tampoco lo notaste. Quizás lo he hecho porque el pasado domingo te vi, sentado en tu banco, con tus mismos ojos y tu pelo todavía revuelto. Te observé desde lejos como siempre y volví a admirarte. No sabes como he deseado durante toda mi vida que alguna vez levantaras la mirada y por un instante vieras mis ojos, suplicándote...
Aún sigo pensando en ti a pesar de tener ya el pelo blanco, a pesar de todos estos años, y te escribo esta carta con manos temblorosas, no por los años sino por el miedo que siento al escribirla. Ya no me queda nada que decirte después de todos estos años en silencio. Tal vez solo hubiera bastado con un simple hola y hoy dejo esta carta sobre la hierba para que se la lleve el viento, para que la cubran las hojas, para que te la entreguen donde quieras que estés, amado mío, ahora que ya no volveré a admirarte...
10 comentarios
Marta -
Rafael -
Sobre lo que nunca dijiste:
Yo creo que estabas sintiendo cosas nuevas cuando nos trasladabas a todos los que leemos estas palabras, aquello que tu escribiste un día.
De ese modo también es algo inesperado este sentimiento que el viento se lleva.
Pero, Rut, el viento es mu raro, muy poderoso y muy inesperado también. Yo lo conozco desde hace tiempo.
Si el viento se lleva tu carta ¿Sabes tú en donde se parará?
Lo que tú nunca dijiste es probablemente una de las cosas mas bonitas que nunca has dicho.
Gracias por decir lo que nunca dijiste.
Rut -
Un beso
monocamy -
dios dios, este blog me tiene en un sinviví...
:O
Rut -
ala! a estudiar! yo también debería estudiar porque esta tarde va a aprobar el examen de inglés Rita, xq yo no...
kamala -
Y el café, con leche, jajajaja. Es que el primero de la mañana me gusta suavecito, que si no, voy atacada todo el día.
Me tenéis que explicar eso de la bodeguita, ¿sois varios? no me entero y soy tan impaciente que lo quiero saber todo ya, sin esperar a leer, ¡ains!
Me voy a estudiar ya, que llevo un buen rato. Ciao.
Jelen -
Rut -
un beso
kamala -
Te iba a decir que si era una historia verdadera, que ¡¡hablara con él!!, pero luego he visto, que era en servilletas. Qué cosas, incluso en la imaginación, las cosas no salen como quisiéramos....
Un beso.
kamala -