Una historia..
Esperaba en una mesa de la plaza, con una taza de café sobre sus manos, a pesar de que la mañana era soleada corría una ligera brisa otoñal que refrescaba su cara. Intentaba mantener la calma. Su mirada estaba posada sobre el café, intentando perder su mirada en el líquido marrón, como buscando algo sobre el fondo que no era capaz de ver. Lo esperaba impaciente, intentado pensar qué le diría y cómo descubriría lo que hacía tiempo la tenía desconcertada. Tenía que saber que era lo que pasaba por su cabeza e imaginó que al verlo sus dudas se resolverían. Bebió otro sorbo de café y miró a su alrededor, una anciana estaba sentada sobre un banco y lanzaba migas de pan a los pájaros que revoloteaban a su alrededor. Sus ojos eran de un azul celeste, profundos como su mirada, parece que sonreían.
Por más que intentaba mantener la calma no lo conseguía, había pasado mucho tiempo y ambos poseían vidas paralelas, cada uno absorto en su trabajo y su vida, separados pero sin olvidarse. Él había sido el eje de su vida durante algún tiempo, pensaba que jamás podría estar sin perderse en su mirada. Había estado 11 años sin contemplarla.
Una tarde ella cogió su maleta y desapareció, algo que aún no había logrado comprender hizo que se alejara, dejándolo atrás, fuera de su vida, de su alcance... Ahora ella había regresado y buscó el papel arrugado que había guardado como un tesoro, en él, su nombre en tinta negra parecía desgastado, y había escrito 9 números. Los 9 números que le unían a él. Terminó su café y pidió otro, necesitaba ahogar su nerviosismo.
De repente, su corazón se sobresaltó y sus pupilas temblaron sobre sus ojos, allí estaba él. Los años habían desgastado un poco su rostro, parecía más cansado, más hombre, pero su mirada estaba intacta, sus ojos seguían teniendo ese verde que la fascinaba...Al verla él sonrió, se acercó y se sentó delante de ella, sin decir palabra, se le había quedado mudo el corazón.
Se limitó a cogerle las manos y a sonreirle con la mirada. No hizo falta que se dijeran alguna palabra, ni un saludo, ni una sola explicación.
Ella comprendió en ese instante que su huída no había agotado su amor, y aquella mañana de otoño cuando ella se reencontró con él lo comprendió: da igual donde vayas y las vueltas que des en tu vida, porque si unos ojos te aman, nunca dejarán de mirarte de la misma forma...
4 comentarios
Marta -
Besos!
victoria -
monocamy -
¿Cómo puede compensar alguien una espera de esa envergadura...?.
Roberto Pac Sa -
tengo que aprender mucho, y sobre todo de tï.
creo que estamos en el mismo camino, me gustaría que leas mis escritos, y des tu opinión. robert