Recuerdos...
Abrió los ojos despacio y estiró el brazo, se movió ligeramente en la cama y sacó la mano de debajo de la almohada. Volvió a tocar el otro extremo de la cama y estaba vacío, él ya no estaba allí.
En ese momento sintió deseos de llorar, porque ella misma lo había echado, sin darle ninguna tregua, lo alejó de manera inconsciente y ahora lloraba con los ojos secos su ausencia. En realidad todo había ocurrido muy deprisa, como rápido había sido su amor, igual de ligeros que sus abrazos.
Ella estaba enfadada consigo misma al notar el vacío al otro lado de la cama, estaba vacío, otra vez, igual que su corazón, aún soñoliento. Estaba enfadada con su propio corazón, con sus propios sentimientos que la confundían. Ella ya no podía ver aquello con lo que al principio vivía y soñaba, amaba y anhelaba. Había intentado por todos los medios reconciliarse con sus sentimientos pero había sido inútil. Como inútiles habían sido los intentos por salvar su amor, ese amor que habría sido grandioso si todo hubiera sido diferente.
Pero la cama ya estaba vacía. Ya no había vuelta atrás. Y eso la ponía triste porque a veces tenía la extraña sensación de que no había luchado lo suficiente, que no había sabido mantenerlo a su lado. Pero ya era una decisión tomada y podía o no ser una decisión equivocada pero la realidad era que ya era un hecho.
Que extraño resultaba a veces el amor...te atrapa y te deja absorbida y de repente te suelta, como en un mar revuelto y tú tienes que mantenerte a flote por todos los medios, luchando día a día para no hundirte.
Aquella mañana ella hundió la cabeza en la almohada, intentando tranquilizar a su corazón nervioso que a veces anhelaba un amor perdido y desafortunado. Un amor que a veces la confundía pero en el fondo de sí misma sabía que era lo mejor, no solo para ella también para él. Entonces sonrió.
En ese momento sintió deseos de llorar, porque ella misma lo había echado, sin darle ninguna tregua, lo alejó de manera inconsciente y ahora lloraba con los ojos secos su ausencia. En realidad todo había ocurrido muy deprisa, como rápido había sido su amor, igual de ligeros que sus abrazos.
Ella estaba enfadada consigo misma al notar el vacío al otro lado de la cama, estaba vacío, otra vez, igual que su corazón, aún soñoliento. Estaba enfadada con su propio corazón, con sus propios sentimientos que la confundían. Ella ya no podía ver aquello con lo que al principio vivía y soñaba, amaba y anhelaba. Había intentado por todos los medios reconciliarse con sus sentimientos pero había sido inútil. Como inútiles habían sido los intentos por salvar su amor, ese amor que habría sido grandioso si todo hubiera sido diferente.
Pero la cama ya estaba vacía. Ya no había vuelta atrás. Y eso la ponía triste porque a veces tenía la extraña sensación de que no había luchado lo suficiente, que no había sabido mantenerlo a su lado. Pero ya era una decisión tomada y podía o no ser una decisión equivocada pero la realidad era que ya era un hecho.
Que extraño resultaba a veces el amor...te atrapa y te deja absorbida y de repente te suelta, como en un mar revuelto y tú tienes que mantenerte a flote por todos los medios, luchando día a día para no hundirte.
Aquella mañana ella hundió la cabeza en la almohada, intentando tranquilizar a su corazón nervioso que a veces anhelaba un amor perdido y desafortunado. Un amor que a veces la confundía pero en el fondo de sí misma sabía que era lo mejor, no solo para ella también para él. Entonces sonrió.
3 comentarios
el colgao telefonico -
Macarena Pubs&Disco -
Me estoy aficionando yo al cafelito oye!
Besos
Marta -
Ains, me ha gustado mucho este relato.
Un beso.