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El Cafelito

Los jueves por la tarde

Los jueves por la tarde Gloria estaba nerviosa ese día porque era jueves y los jueves por la tarde era un día especial. Salió a la terraza con la regadera, para regar una por una todas las macetas que tenía en la pequeña terraza. Le encantaban las flores y el olor que desprendían porque la transportaban a otro lugar; si cerraba los ojos, podía ver la Hortiza, la finca de su pueblo tan querido donde había criado a sus once hijos. Volvió al presente y miró la bulliciosa calle Santa Fe, nada tenía que ver ese paisaje con el de sus pensamientos pero ella era feliz en esa ciudad que tan bien la había acogido y donde vivían desde hace ya muchisimos años.

Terminó de regar y entró al salón, ya era hora de prepararlo todo porque dentro de un rato llegarían todos. Preparó la cafetera y los pasteles y se cercioró de que hubiera guardado bien la bolsa de caramelos; sus nietos adoraban los caramelos de piñones que ella les compraba. Después de preparar la mesa de la merienda, volvió a la cocina y puso encima de la mesa un mantel viejo, dos grandes cuencos con agua y dos paquetes de harina. Al prepararlo sonrió para sus adentros, cuanto disfrutaba al ver como sus nietos se ensuciaban las manos con la harina, con sus ojitos resplandecientes y sus caritas ensuciadas de blanco, había tanta inocencia en ellos...

El timbre la sobresaltó y fue a abrir a la vez que anunciaba a su marido que todos habían llegado. El jueves era día de reunión familiar, sus hijas y nueras iban a su casa con todos sus nietos a merendar y a pasar la tarde junto a ellos. Mª Gloria amaba los jueves. Al abrir la puerta sus nietos entraron gritando, dándoles besos y enseñándoles sus progresos de la semana. En realidad era una locura meter a tanta gente en el pequeño piso donde vivían pero Gloria disfrutaba enormemente con tanto jaleo. Ella siempre había querido tener una gran familia para nunca sentirse sola ya que desde muy pequeña había quedado huérfana de padre y de madre y se había criado con su abuelita.

Se tomó el café rápido con sus hijas, charlando de sus cosas y se levantó para reunir a todos sus nietos en la pequeña cocina. Sacó su bolso y todos sonrieron al saber lo que encontrarían dentro. Cada uno metió su manita para coger dos caramelos. Luego Gloria obligó a sus niños remangarse los jeresys para no ensuciarse y gritó el tradicional manos a la obra. Que sensación la de ese instante, ver en las caras de sus nietos la imagen de la alegría y la travesura, sabiendo que sus madres decían que su abuela estaba loca por permitir algo así, que los malcriaba...¿pero que había de malo en un poco de harina con agua?.

Lo que Gloria no sabía en ese momento es que sus nietos recordarían por siempre esos jueves en casa de sus abuelos, donde su abuela los acogía con gran ternura, con sus suaves manos, su voz ronca y dulce a la vez, con su pelo blanco con sus dos peinetas de carey y su traje gris de flores. Con esos abrazos tan llenos de ternura. Los jueves por la tarde siempre quedarán en la memoria de sus nietos como un día mágico, donde su abuela Gloria les enseñaba a hacer figuritas de harina.

( Este relato inesperado ha sido inspirado por otro relato, el de Marta Galatea y su post titulado "Abuela". Gracias Marta porque al leerlo me hiciste recordar a mi abuela paterna. Hacía mucho tiempo que no escribía nada sobre ella, quizás porque hace mucho tiempo que se fue pero eso no quiere decir que no la recuerde, por eso le dedico a ella, a mi abuela, este pequeño homenaje!)

1 comentario

Marta -

Es un bonito relato, Rut. Es uno de lo más bonitos recuerdos que nos dejan los abuelos, el tiempo que se ha pasado con ellos, y los mimos que nos proferían.

Besos