El regalo
Ayer corté una flor y quise ir a regalártela
pero necesitaba ir más allá
para que supieras apreciarla.
Intenté que tú la olieras desde lejos
que la admiraras como yo te admiraba a ti.
Ayer corté la flor de mis sueños
y quise ir a llevártela,
para que tu al verla,
sintieras lo mismo que yo.
Caminé con ella en la mano,
mirándola de reojo de vez en cuando
para cerciorarme de que no se estaba marchitando,
exactamente igual que hago contigo cuando te veo, a escondidas.
Esa flor era mucho más que un regalo,
mucho más que una simple flor,
era una flor mía para ti.
Quise ir a llevártela y no hablarte,
ni mirarte si quiera, ni rozarte con mi mano.
Simplemente ofrecerte ese pequeño detalle,
ese pequeño retazo de mi corazón
para que tú la tuvieras
para que la pusieras en agua
y al verla día tras día
recordaras el día en que te la di.
Ese era el propósito de mi visita nocturna,
cuando fui con mi flor en la mano hasta tu ventana.
Había luz y vi tu reflejo desde la calle,
parecías triste, tremendamente triste...
Quise alegrarte con el olor de la flor, con su color,
para que supieras de mi existencia,
pero no me abriste la puerta...
Desde el quinto piso observaste como me alejaba,
callada, silenciosa como siempre...
Al día siguiente abriste la puerta
que por la noche había estado cerrada,
entonces la viste.
Viste una flor roja sobre el escalón del portal,
ya marchita y sin olor,
pero la cogiste y la guardaste en tu bolsillo,
como el mayor regalo que te habían hecho jamás.
Para mi eso fue suficiente...
(esta mañana vi una flor roja, marchita, en un portal...y esto ha sido lo que me ha inspirado)
pero necesitaba ir más allá
para que supieras apreciarla.
Intenté que tú la olieras desde lejos
que la admiraras como yo te admiraba a ti.
Ayer corté la flor de mis sueños
y quise ir a llevártela,
para que tu al verla,
sintieras lo mismo que yo.
Caminé con ella en la mano,
mirándola de reojo de vez en cuando
para cerciorarme de que no se estaba marchitando,
exactamente igual que hago contigo cuando te veo, a escondidas.
Esa flor era mucho más que un regalo,
mucho más que una simple flor,
era una flor mía para ti.
Quise ir a llevártela y no hablarte,
ni mirarte si quiera, ni rozarte con mi mano.
Simplemente ofrecerte ese pequeño detalle,
ese pequeño retazo de mi corazón
para que tú la tuvieras
para que la pusieras en agua
y al verla día tras día
recordaras el día en que te la di.
Ese era el propósito de mi visita nocturna,
cuando fui con mi flor en la mano hasta tu ventana.
Había luz y vi tu reflejo desde la calle,
parecías triste, tremendamente triste...
Quise alegrarte con el olor de la flor, con su color,
para que supieras de mi existencia,
pero no me abriste la puerta...
Desde el quinto piso observaste como me alejaba,
callada, silenciosa como siempre...
Al día siguiente abriste la puerta
que por la noche había estado cerrada,
entonces la viste.
Viste una flor roja sobre el escalón del portal,
ya marchita y sin olor,
pero la cogiste y la guardaste en tu bolsillo,
como el mayor regalo que te habían hecho jamás.
Para mi eso fue suficiente...
(esta mañana vi una flor roja, marchita, en un portal...y esto ha sido lo que me ha inspirado)
1 comentario
Marta -
A veces, los regalos con sentimiento son mucho más valiosos que unas palabras.
Besos