La carta (primera parte)
Se quedó largo rato mirando el buzón, ensimismada, embobada, absorta de lo que acababa de pasarle, era una carta de él. Al darle la vuelta al sobre tocó ligeramente las letras con sus dedos, estaba viendo su caligrafía, y había cambiado con el paso de los años. Ahora tenía letra de persona mayor, de adulto.
Esperó un rato antes de abrirla, sintiendo cada segundo de emoción y nerviosismo por el contenido de la carta, la miró fijamente un rato hasta que por fin, con manos temblorosas, la abrió.
La primera vez que la leyó lo hizo rápido, absorbiendo cada palabra, cada noticia que él le daba de cómo le iba la vida y no paró de sonreír. Él la recordaba todos los días. Se acordaba de la niña de pelo rubio y largo que vivía frente a su puerta, en el piso número once. La niña que jugaba a dar vueltas en el descansillo hasta que se apagaban las luces; la niña que compartía con él el pupitre en el colegio, la niña que le daba la mano por debajo de la mesa; la niña que compartió durante siete años sus juegos, sus sueños y sus primeros instantes de amor; la niña que un día se montó en un coche con lágrimas en los ojos rumbo a otra ciudad; la niña que no paró de saludarlo con la mano hasta que lo perdió de vista...Aún se acordaba de ella, todos los días cuando esperaba el ascensor se quedaba mirando la puerta de su casa y parece que la veía en el umbral, tan flaquita, con sus tirabuzones y sus ojos...
Ahora ella tenía su carta entre las manos y la leyó más de diez veces seguidas. Era de él, no podía creerlo...
Ella le contestó diciéndole que iría a verlo, a él y a su hermana. Durante todo el viaje a su ciudad natal no paró de temblar. Imaginó como estaría él ahora, creó su rostro en su cabeza, su cuerpo, sus ojos, creó muchas caras en su imaginación, iba a volver a ver a su amigo de la infancia, con el que tantas veces había soñado, al que tantas veces había imaginado!
Una vez en casa de su tía cogió el teléfono y marcó el número que tantas veces había marcado de niña, a escondidas de sus padres. Respiró aliviada cuando escuchó la voz de su amiga al otro lado de la línea, no estaba preparada aún para escuchar de nuevo la voz de él...
A las siete en punto de la tarde bajó del coche con la mirada de su tía transmitiéndole ánimo y cruzó la calle. Se quedó mirando el edificio donde había pasado los primeros años de su vida y seguía igual, con su color naranja ladrillo...miró al frente y vio a su amiga, corrió hacia ella y se abrazaron. Su corazón latía con fuerza y sus ojos tenían miedo de buscarlo a él...de repente una mano agarró su brazo y le dio la vuelta. Estaban uno frente al otro, nueve años después los dos niños se miraron, sonriendo con la mirada, muy quietos y con el corazón descolocado...
(Continuará...)
Esperó un rato antes de abrirla, sintiendo cada segundo de emoción y nerviosismo por el contenido de la carta, la miró fijamente un rato hasta que por fin, con manos temblorosas, la abrió.
La primera vez que la leyó lo hizo rápido, absorbiendo cada palabra, cada noticia que él le daba de cómo le iba la vida y no paró de sonreír. Él la recordaba todos los días. Se acordaba de la niña de pelo rubio y largo que vivía frente a su puerta, en el piso número once. La niña que jugaba a dar vueltas en el descansillo hasta que se apagaban las luces; la niña que compartía con él el pupitre en el colegio, la niña que le daba la mano por debajo de la mesa; la niña que compartió durante siete años sus juegos, sus sueños y sus primeros instantes de amor; la niña que un día se montó en un coche con lágrimas en los ojos rumbo a otra ciudad; la niña que no paró de saludarlo con la mano hasta que lo perdió de vista...Aún se acordaba de ella, todos los días cuando esperaba el ascensor se quedaba mirando la puerta de su casa y parece que la veía en el umbral, tan flaquita, con sus tirabuzones y sus ojos...
Ahora ella tenía su carta entre las manos y la leyó más de diez veces seguidas. Era de él, no podía creerlo...
Ella le contestó diciéndole que iría a verlo, a él y a su hermana. Durante todo el viaje a su ciudad natal no paró de temblar. Imaginó como estaría él ahora, creó su rostro en su cabeza, su cuerpo, sus ojos, creó muchas caras en su imaginación, iba a volver a ver a su amigo de la infancia, con el que tantas veces había soñado, al que tantas veces había imaginado!
Una vez en casa de su tía cogió el teléfono y marcó el número que tantas veces había marcado de niña, a escondidas de sus padres. Respiró aliviada cuando escuchó la voz de su amiga al otro lado de la línea, no estaba preparada aún para escuchar de nuevo la voz de él...
A las siete en punto de la tarde bajó del coche con la mirada de su tía transmitiéndole ánimo y cruzó la calle. Se quedó mirando el edificio donde había pasado los primeros años de su vida y seguía igual, con su color naranja ladrillo...miró al frente y vio a su amiga, corrió hacia ella y se abrazaron. Su corazón latía con fuerza y sus ojos tenían miedo de buscarlo a él...de repente una mano agarró su brazo y le dio la vuelta. Estaban uno frente al otro, nueve años después los dos niños se miraron, sonriendo con la mirada, muy quietos y con el corazón descolocado...
(Continuará...)
5 comentarios
Marta -
besos
amy -
Jelen -
Besos y date prisa en poner la parte dos (que eres peor que los de star wars)
Rut -
Un beso
kamala -
Un beso Rut. (Me gustan los nombres que has dado a tus temas, como escrito en servilletas -eso me recuerda a la persona de la que hablo hoy en mi blog, él también lo hace-, el de sin pensar me encanta y éste de relatos inesperados).