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El Cafelito

Fin de semana "turco"

Artículo en construcción, perdonen las molestias. Esta noche prometo deleitaros.

Glo, Glori, Glorita, Glu Glu...

Glo, Glori, Glorita, Glu Glu...

Creo que con solo cuatro años no le hizo mucha gracia mi llegada, más bien no le hizo ninguna. Le hizo tan poquita que incluso no sólo se comía sus uñas sino que también se comía las mías. Mi hermana era la que de pequeña me decía: “Rut, vamos a jugar al escondite por casa!!! Y yo: Valeeeee (encantada de que mi hermana mayor quisiera jugar conmigo), y ella me decía: corre escóndete y yo te busco, vale?. NUNCA venía a buscarme la asquerosa...lo hacía para quitarme de en medio durante un rato...jejejeje. ahora me río pero vamos, pobrecita yo!.
Luego fuimos creciendo y recuerdo que nos llevábamos fatal, todo el día de los pelos que si por la ropa, que si por el teléfono, por quien iba a abrir la puerta, por quien ponía la mesa etc, etc, así hasta mil cosas. Supongo que eran peleas típicas de hermanas que conviven juntas las 24 horas del día.
De repente un día, mi hermana y yo nos hicimos amigas y descubrí a una nueva persona, (¿quién eres tú y que has hecho con mi hermana Gloria... donde la hayas escondido...déjala ahí!!!!que nooo, q es bromita)”, en fin, que de repente vislumbré a una Glori, Glu Glu, Glorita, Glo, también podéis llamarla “Bego”, jejejeje, suuuuper divertida. Vamos! Que es la mejor...

Mi hermana es la típica que está callada no? todo el mundo en silencio en el salón y de repente, se levanta y se pone a cantar una canción ahí a grito pelao, pero eso sí, fatal, porque la pobre tendrá muchas cualidades pero oído precisamente no tiene mucho, que no me quiero ni acordar de aquel día en la cocina de mi prima Amalia y ella intentaba tararearnos una canción mientras Amalia, Inma y yo nos partíamos de risa y cuando al rato se acordó del nombre de la canción nos tiramos media hora riéndonos sin poder hablar porque el sonido que ella tarareaba no tenía absolutamente nada que ver con el ritmo de la canción...
Recuerdo el día que íbamos las dos para Puerto Banús, en una de nuestras millones de salidas nocturnas y fuimos todo el camino riéndonos porque las dos llevábamos unos pendientes que nos llegaban a los hombros...jejeje, esa fue la noche que yo la lié con la cremallera...U otro momento, en el que me estoy duchando tranquilamente y entra ella en el baño bailando el Reggaton...Así es mi Glori. Pero su mejor punto fue un día que salí del baño y había puesto por todo el pasillo fotos de ella...y yo escuchándola riéndose en su cuarto porque sabía que yo las estaba viendo...fue buenísimo!!!

Como yo le suelo decir, es un melocotón...áspera por fuera pero dulce por dentro y aunque a veces yo discuta con ella por tonterías, la quiero mucho mucho y aunque ella no se de cuenta, no sabe lo importante que es para mi, desde pequeña, yo era un monito de imitación de ella, que intentaba llamar su atención, admirando a mi hermana mayor. Me encanta que ya forme parte de mi grupo de amigas, que se haya convertido en mi mejor amiga y que me haga reír tantísimas veces al cabo del día.

Te quiero Glorita mía!!! besitos

18 de mayo: tu cumpleaños

Si todo fuera absolutamente diferente en mi vida, si por un momento se me permitiera soñar despierta, todo sería así...

“ ...ya te habríamos comprado un regalo bonito, quizás un perfume, quizás una ropa bonita...a lo mejor Gloria y yo te habríamos comprado algo juntas y el resto de los hermanos lo habría hecho por su cuenta. Papá seguramente ya te habría dado su regalo y también te hubiera regalado un gran ramo de flores, que tú, orgullosa, habrías colocado coquetamente en el salón. Te habríamos comprado una gran tarta y la tomaríamos después de comer, con tus cuatro nietos en primera fila, colocaríamos encima de la tarta dos números de cera roja: un 5 y un 9, quizás dejaras que Moisés las encendiera, con mucho cuidado.
Todos te cantaríamos cumpleaños feliz a voz en grito y tú sonreirías, contenta de ser la protagonista, con tu mirada brillante tras los cristales de tus gafas, con tu pelo perfecto, que Mª Carmen ya se habría encargado de ponértelo estupendo para la ocasión...porque por la noche irías a cenar con la tía Pastora y el tío Pepe, con Paco y con Carmen, todos a celebrar tus recién cumplidos 59 años. 59 años de momentos maravillosos. En mi sueño, nada entorpecería ese día, serías completamente feliz y todos estaríamos contigo para celebrarlo, para verte reír una vez más, para abrazarte una vez más, aspirando fuertemente tu olor, absorbiendo cada segundo de ese abrazo, llenándonos de ti, de tu esencia...
Si yo pudiera cambiar la vida por un momento, eso sería lo que viviría...un maravilloso cumpleaños junto a ti, te vería tal y como te recuerdo, con tu pelo caoba y tu sonrisa, con tu gran sentido del humor, con tus carcajadas, te vería soplar las velas con alguno de tus nietos en brazos, quizás los dos pequeños, David y Keanu, que estarían encantados de ayudarte a soplar las velas. En mi sueño despierto todo sería perfecto, nada habría cambiado y tú estarías completamente feliz...”

Y así va a ser durante todo este día, por lo menos en mi cabeza y en mi corazón, voy a soñar despierta porque hoy sería tu cumpleaños y me niego a atormentarme pensando que no estás aquí para celebrarlo. Dentro de mí si vas a estar, y te veré feliz y sonriendo.

Feliz 59 cumpleaños mamá...

Recordando a Zipi y Zape

Recuerdo perfectamente el día que se conocieron, fue una noche en una discoteca de moda de aquel recóndito pueblo, donde habían llegado para estudiar durante cuatro años una carrera universitaria. Desde el primer momento empezaron a hablar y luego resultó que estaban en la misma Residencia, en el mismo bloque y que vivían una encima de la otra, juntas pero en distintas habitaciones.

Es curioso como las personas pueden ser de repente muy amigas, de repente no ser nada, si acaso una compañera de la universidad, eso sería ella para la otra, sólo eso, si todo hubiera sido diferente.

Con el paso de los meses de aquel primer año de carrera, esas dos niñas alocadas de pelos rizados, una rubia y otra morena, se ganaron a pulso el título de Zipi y Zape.
Lo hacían todo juntas, menos ir a clase, porque una iba por la mañana y la otra por la tarde.
El resto del tiempo no se separaban nunca. Cenaban juntas, veían la tele juntas, hablaban hasta altas horas de la madrugada juntas, iban al Bross juntas, pasaban domingos enteros estudiando juntas, se inventaban sevillanas juntas, cometían locuras juntas, iban a Sol juntas...y así todas las cosas típicas de dos niñas que es la primera vez que salen de su casa y al final se encuentran.

Aquel primer año, ella era su otra mitad. Su mejor amiga, su zape, ella era sus risas y también sus lágrimas. Y de repente un día, sin saber cómo, las eternas Zipi y Zape dejaron de ser lo que eran. No sé quién tuvo la culpa, quién se distanció de quién, quién encontró otros hombros, pero el segundo año todo cambió. Quizás simplemente, fueron ellas las que cambiaron.

Por supuesto, nunca dejaron de ser amigas, iban en el mismo grupo, salían juntas, pero nunca fueron tan amigas como al principio de aquella experiencia.
Pero lo más triste de la historia de estas dos Zipi y Zape no es eso, sino que ahora se han distanciado del todo. Como si nunca hubieran existido, no se ven, no se hablan, ya ni siquiera se conocen...es demasiado triste para pensarlo.
Dejar pasar el tiempo, los momentos, las llamadas, dejar de ser amigas.

Ella quizás no lo sepa, quizás ya no piense en ello y no se acuerde de aquella amiga que una vez tuvo, pero Zipi si la recuerda y muchas veces desearía coger el teléfono, marcar su número y preguntarle simplemente cómo le va la vida, pero sigue dejando pasar el tiempo, sabiendo dentro de sí misma que lo está haciendo mal pero quizás tenga miedo, quizás sienta vergüenza porque quizás ya es demasiado tarde...

Rabia

Hoy me has vuelto a provocar una lágrima silenciosa, ahora que nadie me ve, aquí, en mi rincón particular.
Dios sabe que he intentado olvidarte y que ya apenas pensaba en ti y tu recuerdo no me hacía daño. Bien saben los que me conocen y están a mi alrededor que lo estaba consiguiendo, que ya no sentía dolor por tu actitud.
Que ya me das exactamente igual.

Pero hoy has vuelto a hacerlo, callado, silencioso, como si nada te importara. Y yo sólo siento rabia, rabia porque aunque no quería te he respondido. Muy mal, porque no te lo mereces.

Siento rabia porque yo pensaba que ya te había superado. Y hoy me he dado cuenta de que no, porque al ver tu nombre en la pantalla mi corazón se ha sobresaltado. Me da rabia saber que todavía no lo he conseguido, que no soy tan fuerte como pensaba.

Porque ya estabas fuera de mi vida y hoy me has vuelto a provocar una lágrima.

Vaya nochecita...

Esta noche ha sido una mezcla de muchas cosas, en primer lugar hicimos lo que llevábamos toda la semana esperando: sesión de cine con “una proposición indecente”, que en parte la vimos y en parte debatimos, porque si la habéis visto, un millón de dólares es un millón de dólares y POR SUPUESTO, una noche con Robert Reford es una noche con Robert Reford. Eso sí, yo lo tenía claro. Yo puede que aceptara la proposición pero JAMAS, oídme bien, JAMÁS, permitiría que mi marido pasara la noche con otra mujer...Y ES QUE!!! Y claro, ahí andamos toda la película discutiendo que haríamos cada una.

A partir de las 12 ya casi no podíamos oír la televisión porque la afición verde y blanca no nos lo permitió. Los béticos salieron a la calle enloquecidos por su clasificación en la final de la Copa del Rey. Todo eran pitidos, cohetes, gritos de emoción y canciones típicas de toda la cerveza que llevarían en el cuerpo. En realidad, no sé muy bien si toda la emoción y ese lanzamiento a la calle de manera masificada era por la alegría o para darle a las narices a todos los sevillistas que se “escondían” en su casas, llorando de la rabia porque esa noche la ciudad hispalense no les pertenecía. Y eso para un sevillista es duro ¿eh? Muy duro.

Después de eso vino la tormenta, ya no de pitidos de coches y de afición futbolística sino de agua. Nosotras que vivimos en el último piso tuvimos la sensación de estar viviendo el final de los días. Y es que esta noche ha caído todo el agua que no ha caído durante todos los meses de invierno. Que manera de llover, eso sí, aumentó a la hora de salir de casa para el trabajo. Eso es la ley de Murphey.

Pero antes de eso hubo otra tormenta. Esta vez de cohetes. Vamos que nos vamos, que la Hermandad de Sevilla se va “pal” Rocío. Da igual que llueva a cántaros, que el betis se haya clasificado, nos da igual todo porque nos espera la Blanca Paloma. Venga cohetes. Así llevamos ya tres días, desde las 7 de la mañana son todo fuegos artificiales. Primero se marchó Triana y ahora Sevilla. En fin, que los pobres se estarán pasando por agua.

Y digo yo que después de esa nochecita era de esperar que la tormenta (otra vez de agua) esperara para estallar en el momento en que tú salieras del portal, para que llegaras al trabajo bien mojadito, porque claro, una vez que te montaras en el autobús (que gracias a dios hoy llegó a su hora) volvía a escampar hasta que te bajaras de nuevo.

En fin, que visto lo cual he llegado a La Caja chorreando y con mucho sueño, es lo que tiene vivir en esta ciudad, que dormir por las noches es algo que no se concibe mientras haya alguna fiesta que celebrar.

Intentando...

Intentando...

Yo sólo andaba buscando algo en el que imaginar, un lugar donde sentarme y recordarte, un lugar donde pudiera respirar sin ahogarme en tus palabras.
Intentaba buscar un lugar donde no sintiera tu abrazo, donde tus besos no me supieran a nada, tan solo a desprecio. Para así olvidarte más rápido.

Yo sólo buscaba un lugar para olvidarte. Quizás debajo de un árbol, quizás en una habitación vacía, sin fotos, sin recuerdos, quizás en una playa desierta.

He intentado buscar una cama donde al despertar no recordara tu rostro. He intentado buscar un sueño donde tú no aparecieras, haciéndome llorar en sueños.

Yo sólo andaba buscando un bar donde no escuchara tus palabras, tu acento, donde la música que sonara no me recordara a ti.

Yo sólo andaba huyendo de ti, de tu recuerdo, intentando borrar el abrazo que me diste...

Y creo que lo he conseguido.

El regalo

Ayer corté una flor y quise ir a regalártela
pero necesitaba ir más allá
para que supieras apreciarla.

Intenté que tú la olieras desde lejos
que la admiraras como yo te admiraba a ti.
Ayer corté la flor de mis sueños
y quise ir a llevártela,
para que tu al verla,
sintieras lo mismo que yo.

Caminé con ella en la mano,
mirándola de reojo de vez en cuando
para cerciorarme de que no se estaba marchitando,
exactamente igual que hago contigo cuando te veo, a escondidas.

Esa flor era mucho más que un regalo,
mucho más que una simple flor,
era una flor mía para ti.
Quise ir a llevártela y no hablarte,
ni mirarte si quiera, ni rozarte con mi mano.

Simplemente ofrecerte ese pequeño detalle,
ese pequeño retazo de mi corazón
para que tú la tuvieras
para que la pusieras en agua
y al verla día tras día
recordaras el día en que te la di.

Ese era el propósito de mi visita nocturna,
cuando fui con mi flor en la mano hasta tu ventana.
Había luz y vi tu reflejo desde la calle,
parecías triste, tremendamente triste...

Quise alegrarte con el olor de la flor, con su color,
para que supieras de mi existencia,
pero no me abriste la puerta...
Desde el quinto piso observaste como me alejaba,
callada, silenciosa como siempre...

Al día siguiente abriste la puerta
que por la noche había estado cerrada,
entonces la viste.
Viste una flor roja sobre el escalón del portal,
ya marchita y sin olor,
pero la cogiste y la guardaste en tu bolsillo,
como el mayor regalo que te habían hecho jamás.
Para mi eso fue suficiente...
(esta mañana vi una flor roja, marchita, en un portal...y esto ha sido lo que me ha inspirado)

No me llames Lucía, llámame Lola...

No me llames Lucía, llámame Lola...

Todo comenzó porque Pao decidió cambiarnos los nombres, como ella se había cambiado el suyo, pues decidió que lo mejor era cambiárselo también a sus amigas. Di que sí!. Desde entonces, Lucía pasó a llamarse Lola, así, sin más, por toda la cara. A mi me apodó Lili, ¿que por qué?, pues porque sí.

Desde aquel día en que dejó de llamarse Lucía, Lola disfruta de su nuevo nombre, a ella le encanta. Tanto, que incluso también se lo cambia a la gente, en vez de Macarena, las llama Maricarmen...en fin, esa es otra historia. Hoy, como últimamente ha sido gran protagonista del cafelito he decidido hacerle un pequeño homenaje.

Pero empecemos desde el principio. Lola pasó toda su infancia en un colegio del Opus, era una chapera de los pies a la cabeza, estuvo ahí “reprimida” durante muuuucho tiempo, hasta que sus padres decidieron enviarla a Madrid para abrirse camino, y vaya si se lo abrió. Cuando llegó a la capital toda ella cambió. No ha vuelto a ser la misma desde entonces.
Lola era de las que en clase se colgaba del perchero...si sí, del perchero, y bailaba sevillanas con los pies colgando.
Lola era la que se iba por las noches de las fiestas del campo de Pao y volvía por la mañana con el desayuno. Su madre tenía miedo de que si se quedaba a dormir acabara convirtiéndose en lo que al final se ha convertido (en el buen sentido eh?). Recuerdo que una vez se sentó en una mecedora y se puso a hacer de vieja, mientras más nos reíamos, más se metía ella en su papel; u otro día, en el que nos hicimos por lo menos ocho fotos y en ninguna salíamos decentes. A “la Lola” le encantan las fotos, pero jamás la verás como es ella en realidad en alguna foto, bueno en realidad sí, porque ella es payasa a todas horas.
Una vez en un botellón, se quedó mucho rato con la cabeza agachada hacia la arena, ya sabíamos que algo tramaba porque estaba muy callada y eso no es típico de ella. Entonces alguien le habló y cuando levantó la cabeza se había puesto dos tapones amarillos de coca-cola en los ojos...estuvimos riéndonos una hora por lo menos. Así es ella.
Hace poco se cayó en Puerto Banús, también típico de ella, y luego se extraña de que le salgan cardenales extraños por todo el cuerpo. Así es “la Lola”, tal y como muestra la foto.

A ella le encanta ser anfitriona cuando vamos a su casa a tomar café, y es que nuestra estancia en Marbella no tiene sentido si en el cafelito en casa Jalu. Un 10 para sus bizcochos de chocolate.
Yo antes discutía mucho con ella, no nos entendíamos muy bien, ella iba por un lado y yo por otro, las dos cabezonas como nosotras solas. Pero hace mucho tiempo que no discutimos, será que nos estamos haciendo mayores. Mayores en parte porque en el fondo creo que todas seguimos siendo el mismo grupito de siempre, aunque ahora algunas ya seamos licenciadas...(en paro).

En fin, que nuestra Lola tiene un punto especial porque siempre consigue hacernos reír, aunque a veces le tengamos que poner un punto en la boca, porque eso sí, no calla ni debajo del agua, pero así es ella. Si ella no fuera parlanchina, número uno en contar historias, no hiciera el payaso y saliera bien en las fotos no sería nuestra Lola, y nosotros la queremos tal y como es, así que como ella diría esto se acaba: ala eh maja? a mandar!!!

(Agradecimientos: a ella, a la Loli!!! por inspirarme a escibir en servilletas cosas como esta. Un besito guapa y sigue siempre así eh? no cambies "naita")

Esta noche tuve un sueño

Esta noche tuve un sueño. Yo estaba en lo alto de una montaña, sentada, y era una mera observadora de la vida. Desde lo alto yo veía a la gente que quiero hacer sus vidas, de un lado para otro, ajenos a mi presencia. Yo no podía hablarles, ni gritarles porque el propio eco de la montaña me devolvía mis palabras.
Desde allí arriba yo veía la adversidad de la vida, mis propios miedos y desventuras, mi propia felicidad, desde allí arriba yo observaba la desdicha, los llantos y las risas. Yo intentaba gritarles que estaba allí arriba pero ellos no me escuchaban. Yo lloraba y gritaba porque veía que desde tan alto, desde tan lejos, yo no podía ayudarles. Era tan grande la impotencia de ver lo que veía sin poder hacer nada, sin poder ayudarlos que no podía contener mi rabia.

Como una mera espectadora empecé a ver la realidad e intenté tenderles mi mano para ayudarlos porque sabía a lo que se estaban enfrentando. Yo quería ayudarles desesperadamente, consolarles con un abrazo, suavizar sus malos momentos con mis palabras, tenderles toda mi ayuda. Desde allí arriba yo hubiera querido tener una varita mágica y cambiar una por una las tristezas de mis seres queridos, cambiar aquello que les hacía sufrir por lo que les hiciera inmensamente felices...

Pero no podía, entonces me puse de pie en lo alto de la montaña e intenté bajarla, corriendo, para llegar hasta ellos...pero no podía, no podía ni sabía como hacerlo, entonces sentí rabia, me enfurecí, les grité que estaba allí, que quería ayudarlos con toda mi alma pero que no sabía como llegar hasta ellos, que yo sola no podía cambiar sus vidas, cambiar lo malo, lo que les hacía sufrir. Ojalá yo pudiera ayudarlos, calmarlos, consolarlos, salvarlos, pero desde allí arriba yo solo era una espectadora, muda y sin fuerzas. Entonces desperté y vi que no era un sueño.

Recuerdos...

Recuerdos...

Abrió los ojos despacio y estiró el brazo, se movió ligeramente en la cama y sacó la mano de debajo de la almohada. Volvió a tocar el otro extremo de la cama y estaba vacío, él ya no estaba allí.

En ese momento sintió deseos de llorar, porque ella misma lo había echado, sin darle ninguna tregua, lo alejó de manera inconsciente y ahora lloraba con los ojos secos su ausencia. En realidad todo había ocurrido muy deprisa, como rápido había sido su amor, igual de ligeros que sus abrazos.

Ella estaba enfadada consigo misma al notar el vacío al otro lado de la cama, estaba vacío, otra vez, igual que su corazón, aún soñoliento. Estaba enfadada con su propio corazón, con sus propios sentimientos que la confundían. Ella ya no podía ver aquello con lo que al principio vivía y soñaba, amaba y anhelaba. Había intentado por todos los medios reconciliarse con sus sentimientos pero había sido inútil. Como inútiles habían sido los intentos por salvar su amor, ese amor que habría sido grandioso si todo hubiera sido diferente.

Pero la cama ya estaba vacía. Ya no había vuelta atrás. Y eso la ponía triste porque a veces tenía la extraña sensación de que no había luchado lo suficiente, que no había sabido mantenerlo a su lado. Pero ya era una decisión tomada y podía o no ser una decisión equivocada pero la realidad era que ya era un hecho.

Que extraño resultaba a veces el amor...te atrapa y te deja absorbida y de repente te suelta, como en un mar revuelto y tú tienes que mantenerte a flote por todos los medios, luchando día a día para no hundirte.

Aquella mañana ella hundió la cabeza en la almohada, intentando tranquilizar a su corazón nervioso que a veces anhelaba un amor perdido y desafortunado. Un amor que a veces la confundía pero en el fondo de sí misma sabía que era lo mejor, no solo para ella también para él. Entonces sonrió.

Café en vena, por favor

Café en vena, por favor

Hoy café en vena, por favor. Que malos son los regresos, hoy parezco una sonámbula en el trabajo, los ojos me pican y mi concentración está bajo mínimos. Todo ello consecuencia de un puente “sin palabras”.

Todo comenzó el viernes a las 7 de la tarde aproximadamente cuando Maca y yo llegamos a casa Nana. Nada más llegar nos bebimos una Coronita en el porche viendo fotos mías del año de la polka. Ahí ya empezaron las risas. Llegó Amy y seguimos riéndonos recordando viejos tiempos hasta que mi tía llegó como un torbellino y se la llevó.
El sábado tocó día familiar con mi hermana Pilu y todos mis sobrinos, yo tuve que correr por toda la casa porque a mi familia se le ocurrió la genial idea de gritarles a mis sobrinos y hermanillos: “A tirar a Rut a la piscina!!!”...un poquito más y todavía estoy corriendo. Al final me rendí. No estoy yo para tanta carrerita.

Pero lo mejor llegó por la noche cuando Maca, Amy, “la Lola” y yo llegamos detrás de la botellita para hacer botellón. No paramos de reír desde que nos sentamos hasta que nos fuimos (¿te imaginas que la lola...?). Todo tiene su historia.
Luego llegamos a Premier y nos invitaron a dos chupitos de tequila (lo que nos faltaba, pero sólo era el comienzo). Yo decido ir a dar una vuelta para enseñarle a Maca que en Marbella hay más bares a parte de Premier, aunque mis amigas (ya muy bien acompañadas) decidieron no venir a corroborarlo. Después de dos intentos fallidos por los bares de abajo, allí sólo estaban el “cuñao” (por eso de que solo tenía un par de dientes) y dos divorciados...) nos fuimos al Alaska. Allí bailamos un par de pachangueos con dos niñas extrañas y cuatro guiris y nos volvimos que nos las pelábamos para Premier. Al llegar vimos un camión de JB en la puerta repostando, es lo que tiene que tus dos amigas que están dentro hayan acabado con todo el JB del Premier. Cuando entré y las vi ya no eran ellas...me las habían cambiado por otras. Luego me reencontré con Carlitos, que hacía mucho tiempo que no lo veía y luego decidí introducirme en la película “fiebre del sábado noche”, dejarme pista que voy...y volé por los aires. Sí si, reíos que tengo un gran hematoma en la rodilla consecuencia del sábado noche. Luego todo es una nebulosa en mi cabeza, no por mi porque yo fui una niña buena y tenía mi coche en la puerta sino por mis amigas...(voy a omitir algunas cosas porque esto lo lee gente decente..jajjajaja. que no...fueron buenas y vivieron la vida plenamente...¿verdad lolita?).

El sábado acabó con la canción de Tortura de Shakira y Alejandro Sanz (single del puente) y un traslado en Curro.
El domingo, con Lola y Amy aún tocadas por haber nadado en chupitos la noche anterior nos fuimos a Mistral en busca del sol, y lo encontramos, vaya si lo encontramos.

Después de esto el lunes Maca y yo no podíamos movernos del sofá pero había que volver a la realidad y nos embarcamos en la operación retorno y nos tragamos diez kilómetros de atasco en el peaje de Jerez. La gente que es una agonía con la playa.
A las 11.15 llegué al piso, que las niñas cuando me vieron tuvieron que llevarse las manos a la cabeza, ¿quién eres tú y qué has hecho con nuestra compañera de piso?. Me acosté. Y ahora estoy aquí en el trabajo como una niña buena. Y necesito dos cositas: palillos de dientes para los ojos y un cafelito intravenoso, por favor.

Feliz puente!

Feliz puente!

Supongo que muchos estaréis como yo, a casi dos horas de empezar las vacaciones. Vacaciones-puente muy cortas pero un puente al fin y al cabo. Yo casi huyo de Sevilla, más bien huyo de la ciudad, del tumulto, del ruido, del cani de mi vecino, del ascensor y de la calle bulliciosa. Hago un paréntesis en mi día a día y en mi cabeza porque Marbella para mi es eso, un paréntesis, un alto en el camino, un suspiro de tranquilidad.

Es llegar a mi casa y notar una sensación diferente!...me olvido de qué vamos a comer, de a quien le toca fregar, de que hay que tender una lavadora, de que no hay nada para desayunar al día siguiente...todo eso queda en un segundo plano y yo me dedico sólo y exclusivamente a mi misma. A dormir, a tomar el sol, a desayunar en el jardín, a leer un libro en el sofá del porche, a llevar a mis hermanitos a la playa...

Son sólo dos días, casi tres los que voy a estar en casa pero no hay nada mejor como regresar, como tomar un café con hielo con las amigas en el chiringuito charlando del tiempo que hemos estado sin vernos, no hay nada mejor como el botellón del reencuentro, con esa Lola haciendo de las suyas con las fotos...

En fin, que en realidad no huyo, solo me escapo por un par de días, y aunque después cueste el doble volver a la rutina, merece la pena porque la paz y la tranquilidad ya la llevas por dentro. Aunque en mi casa haya siete niños corriendo y gritando por el jardín y precisamente en mi casa no reine el silencio absoluto, nada de eso importa, prefiero escucharlos a ellos que al pesado de mi vecino con el “bacalao” a todo volumen, que es inaguantable. Entonces te das cuenta de que aunque solo sean un par de días, habrá merecido la pena!

A todos, feliz puente de mayo! Aunque cada año lo hagan más corto...

La despedida

La despedida

Iba hundiendo los pies descalzos en la arena cálida de la mañana, el mar estaba tranquilo y el sol reflejaba sus rayos imponentes en el agua cristalina, las gaviotas sobrevolaban el cielo y a veces lo hacían muy cerca del agua e incluso mojaban sus picos para beber y referescarse. Corría una ligera brisa matinal con olor a mar y le revolvía ligeramente sus cabellos dorados. Iba caminando despacio por la orilla, mojando sus pies en el agua fresca, pensativa, con la mente muy lejos. Pensaba en una despedida, la despedida que estaba a punto de producirse.
Cerró los ojos y se detuvo, aspiró fuertemente en olor del mar, como si quisiera que toda la esencia de la playa aquella mañana llenara sus pulmones, para notar la vida dentro de ella. Abrió los ojos y observó el mar, la claridad del sol le molestó al principio pero luego acostumbró a sus ojos a tanta belleza y miró detenidamente el horizonte...qué lejos estaba. Al igual que sus sueños...ellos también estaban lejos, pero ella iba a recuperarlos aquella mañana. En cuanto fuera capaz de despedirse.
Había elegido aquella playa para hacerlo, tenía que ser allí, en esa misma orilla, con esa misma arena bajo sus pies.
Siguió caminando, pensativa e incluso se mojó hasta las rodillas, necesitaba que el agua refrescara no solo su cuerpo sino también su mente y su alma. De nuevo se detuvo y miró a ambos lados, el agua y la arena...esos si que estarían siempre juntos, formando una sola cosa. Ella volvió a clavar su vista en el lejano horizonte y se armó de valor.
Fue despojándose de todos los recuerdos que la atormentaban. Uno a uno y muy despacio. Sólo los malos, los buenos los dejó para que suavizaran su alma. Se despidió de cada uno de ellos. Se los arrancó y los tiró al mar...

Al cabo de unos segundos su respiración había cambiado, ya no era tan pesada y al caminar ganó en el paso, pues era mucho más ligero que hacía unos minutos.
Volvió a hundir los pies en la arena mojada y notó el frescor de la arena y el agua del mar juntos...entonces sin saber por qué, sonrió. Empezaba a sentirse feliz, otra vez y por fin, pero esta vez, para siempre.

El autobús

El autobús

Digo yo que a los conductores de autobús les importa un pimiento que tú llegues tarde a tu trabajo, a una cita o a un cafelito con alguien que te espera.
Esta mañana he salido de mi casa un poco más tarde (vale, culpa mía, pero esa no es la cuestión), el caso es que como eran las 8.45 he pensado en coger el autobús. ERROR.
Y todo porque creía que andando no me iba a dar tiempo a llegar al trabajo a las 9. JA!
Y todo porque ir al centro de Sevilla en coche es IMPOSIBLE.

Total, que he llegado a la parada del 42 a las 8.48. Allí las mismas personas de todas las mañanas, porque a veces coincido con ellas, veces como hoy que por más vaga que otra cosa no me he ido andando. Llego a la parada con mi Metro, 20 minutos y mi Qué, periódicos gratuitos que me “culturizan” cada mañana, pensando que en dos minutos vería aparecer el autobús naranja butano por la calle Niebla. ERROR.

El autobús ha venido a la hora que le ha dado al él la gana, yo me he leído los tres periódicos de cabo a rabo y venga a pasar autobuses del número 5 por delante de mí. Ya la frase gritaba en mi cabeza “dónde esta el 42??????”. DESAPARECIDO.

Y tú te preguntas, ¿por qué?, pues porque al conductor le ha dado la gana de esa mañana tomarse las cosas con calma y tranquilidad, total, él ya está en su puesto de trabajo y sentado tranquilamente en su asiento, conduciendo como el que conduce un Sevilla Tour, enseñando la ciudad a los turistas. Pues no caballero, usted es un conductor de Tussan y si no está de acuerdo con las condiciones que el Ayuntamiento le da a su compañía muy bien, sus motivos tendrá, pero por favor, no haga esperar a los pobres usuarios del autobús que no tienen culpa absolutamente de nada y que por su culpa llegan tarde al trabajo.

Y como no me puedo callar porque si me trago mis palabras me ahogo, en cuanto el 42 ha parado delante de mi a las 9.05, he subido y he mirado al conductor con cara de pocos amigos, que si las miradas matasen...no te digo yo donde estaría el conductor.

Yo: ¿qué pasa, qué hay un problema con los autobuses?
Una señora: eso! Que llevamos aquí 20 minutos esperando hombre, que no hay derecho!!!
El conductor: él si que nos ha matado a la señora y a mi con la mirada...que yo sepa no señora!!!! Yo vengo a mi hora!! Encima con desprecio...
Yo: pues algo habrá tenido que pasar para que el autobús de las menos diez no haya pasado!!!!!!!!!!
Fin de la conversación.

Vamos, que me he sentado, he sacado mi botella de agua, he bebido, he respirado y he llegado al trabajo un cuarto de hora tarde...pero claro, él iba bien, a su hora...

Vamos a ver, qué derecho tiene un conductor de autobús de sacarte de quicio por la mañana, que ya llegas tú al trabajo asfixiada y cabreada por culpa suya? Ninguna. Y qué derecho tienes tú a enfadarte por algo así? Ninguna. Así que es lo que queda, a levantarse más tempranito y a andar se ha dicho porque yo, la odisea de esta mañana nunca más.

Reencuentro

Reencuentro

El otro día nos reencontramos, ya había perdido la esperanza de que eso ocurriera pero por fin después de un tiempo, tú volviste.

Jamás pensé que algún día tu y yo nos separaríamos, las amigas del alma, las uña y carne. No sabes la alegría que sentí de que volvieras a nosotras, silenciosa, como si nunca te hubieras ausentado. He de reconocer que al principio estaba enfadada, decepcionada, y al verte no supe que decirte, me quedé sin palabras; jamás pensé que algún día no tendría nada que decirte. Al rato me di cuenta de que mi actitud no era propia de mi, y al verte un rato más tarde, todo el enfado despareció.
Simplemente habías vuelto y el resto daba igual, daba igual el tiempo que hubieras estado ausente porque ahora estabas allí que era lo importante.

Ahora pienso en todo lo que antes me hacía daño, antes, recordar nuestra amistad me hacía daño pero ahora no. Ahora recuerdo todos los momentos que hemos compartido, la de veces que hemos reído e incluso llorado juntas.
Las noches en mi Resi, estudiando en esa mini cocina con el calor propio de Madrid en junio, con mil rotuladores nuevos encima de la mesa. Estudiábamos tecnología de la información, todo de memoria...

Cuando nos mudamos a la Plaza del Parador, por fin la independencia de un piso. Yo me fui con Ali e Isa y tu sola pero vivíamos pared con pared. Cuantas veces he ido en pijama por el patio hasta tu casa para desayunar, o de madrugada cuando escapaba de mi piso llorando simplemente en busca de tu abrazo.. después de una pelea típica de convivencia o simplemente porque me sentía triste...
O otra vez un junio, las dos en tu mesa del comedor en esas sillas incómodas, fumando como carreteros estudiando derecho hasta altas horas de la madrugada, cuantas noches sin dormir...O noches de charla en tu salón, cada una con un cubatita y un cigarrito escuchando flamenquito.
O la noche que te partiste el tacón al salir del taxi, cuando metiste el pie en el agujero, aquella noche en el Bross con Mde y Chiqui, tu vestida de talibán esperando el autobús. O en Capital en el karaoke, tu cantando con la borrachera “como una ola” de Rocío Jurado.
Recuerdo nuestro viaje a Cuba, con nuestra Jelen y las niñas, lo que nos reímos tú y yo en el catamarán bebiendo ponche y bailando el aserejé...cuando nos tiramos al mar con aletas y las gafas de buzo para hacer snorkeling, que yo te pregunte si me ahogaría...

Y así puedo estar horas y horas escribiendo recuerdos, vivencias, momentos buenos junto a ti. Por todo esto me alegro de que hayas vuelto y quiero que sepas que yo nunca me fui, ni me iré, que siempre estaré aquí, para cuando me necesites. Porque soy tu amiga y te quiero. Gracias por volver, espero que nunca te vuelvas a marchar...

Me encantaría

Me encantaría poder decir
que ya no me acuerdo de ti,
que al despertar
no pienso en ti.

Me encantaría poder decir
que ya no me duele que no te acuerdes de nada,
como si nunca hubiéramos existido...

Me encantaría poder decir
que ya no recuerdo tus besos,
ni lo que prometiste sabiendo que mentías.

Me encantaría poder decir
que ya no recuerdo tu voz, ni tus ojos, ni tu cara.

Me encantaría poder decir
que ya no me duele tu desprecio.
Ojalá pudiera decir que eres buena persona.

Me encantaría poder decir
que ya te olvidé,
o mejor aún,
que nunca has existido para mi.

Me encantaría poder decir que nunca te imaginé,
que jamás te soñé.

No sabes como me gustaría poder decir
que no me has decepcionado...

Pero no puedo decir nada de eso. Absolutamente nada.
Porque estaría mintiendo.

Que sencillo sería...

Que sencillo sería...

Que sencillo sería no enamorarse,
mirarle a los ojos y no sentir nada,
no echarle de menos ni añorar el beso que nunca llegó..

Que sencillo sería no pensar en él ni en lo que sientes
en lo que podría ser y no es.
Que sencillo sería mirarlo con otros ojos,
pero entonces no serían tus ojos.

Que sencillo sería no tener ganas de verlo
ni de llamarlo a todas horas...

Ya no puedes a hacer nada por evitarlo,
ese sentimiento ya forma parte de ti, de tu vida
Y aunque te da pánico sentir lo que sientes,
más pánico te daría no sentirlo.

Que sencillo sería que él para ti solo fuera un amigo. Sólo eso.

Que sencillo sería no quererlo como lo quieres, no necesitarlo,
no tener ganas de verlo ni de reírte con él.

Que sencillo sería no amarle...

Aunque ajena a tus sentimientos eres capaz de ayudarlo,
Porque por encima de todo él es tú amigo.
Por encima de tu amor y de tus ganas de tenerlo,
por encima de tus ganas de abrazarle,
por encima de tu orgullo de tragarte lo que sientes
por encima de todo eso, tú le sonríes y le ayudas.

Que sencillo sería no amarle,
que sencillo sería poder cambiar de corazón
para dejar de sentir el amor que sientes.

Pero por muy sencillo que pudiera ser la vida sin amarle
tú has elegido ese camino y ya no hay marcha atrás.
Porque eres valiente y porque por encima de todo,
Él es tu amigo.

(No hace mucho tiempo yo era capaz de escribirle poesías a mis amigas, poesías de sus sentimientos e incluso una amiga mía muy querida me dijo que yo tenía un don, el de ver más allá dentro de las personas, de los sentimientos. Hacía mucho que no escribía nada así para nadie, pero hoy, al pensar en ella, las palabras han salido solas. Así que esto es para ella)

La anciana del 4º piso

La anciana del 4º piso

Creo que se llamaba María, sí, creo que si. Vivía en la calle Jorge Juan, cerca de la plaza de Cólón de Madrid, en un edificio de estilo renacentista, con una fachada ciertamente impresionante. Almudena me dijo un día que tenía que presentarnosla, que era una mujer tremendamente inteligente y entrañable, una de estas personas que marcan tu vida con solo verla una vez.
Aquella tarde hacía mucho calor en Madrid, era junio e Isa y yo habíamos cogido el autobús desde Villa después de comer para pasar la tarde en Madrid. Empezamos a subir las escaleras hacia la casa de María. Almudena iba delante, después Isa y yo, muy cerca la una de la otra, intrigadas por ver a esa mujer que vivía sola en una casa tan grande.
Nos abrió la puerta una mujer colombiana, imaginé que era la que la cuidaba y con una cálida sonrisa nos invitó a pasar. Nada más entrar me quedé asombrada por la altura del piso, más de 4 metros separaban el suelo del techo, las paredes estaban atrapadas por el paso del tiempo, el suelo hacia como pequeñas montañas, debido a la de pasos de personas que lo habían recorrido. Almudena nos dijo que nos fijáramos en los tapices de las paredes, que tenían más de un siglo de antiguedad. Isa y yo no hablábamos, sólo mirábamos a nuestro alrededor. Llegamos a un gran salón de gigantescos ventanales, la luz entraba a raudales y en un principio nos costó acostumbrar la vista a tanta claridad. Olía a humedad. El salón era de un color rojizo y sus paredes estaban llenos de cuadros y tapices, parte del techo estaba medio derruido, en el centro había una mesa grande de madera, con sillas robustas a su alrededor, a la derecha había dos cómodas butacas de color verde botella y entonces, vimos a María.
Me impresionaron sus ojos, grandes y luminosos, grandes conocedores de la historia por todo lo que habían visto. Su pelo era blanco como el algodón, sus manos apenas temblaban, algo inusual en una anciana, estaba ahí sentada, agarrada a su bombona de oxigeno, prisionera de ella. Al vernos sonrió y su rostro se iluminó, dándonos las gracias por ir a visitarla, le encanta la gente joven porque trae frescura y juventud no solo a su casa, también a su vida y "al escucharos despertáis mi corazón", nos dijo con voz paciente. Se levantó como pudo y nos dio dos sonoros besos a cada una. Con paso lento nos enseñó su casa y en cada estancia se detenía pensativa, miraba todo con sus grandes ojos y nos contaba la historia de cada habitación. Sus pinturas, sus paredes, las fotografías. María fue extremadamente guapa en su juventud. Durante el recorrido por las habitaciones yo observaba todo en silencio, de vez en cuando Isa y yo nos mirábamos con complicidad, estabamos asombradas, transportadas a otra época, a otra vida. Y así pasamos la tarde.

Al despedirme de María le di un fuerte abrazo, era como si la conociese de toda la vida, ella nos rogó que volviéramos a visitarla algún otro día y que nos seguiría contando historias de su juventud, que así ella se sentía viva y joven de nuevo.
Al abandonar el edificio Isa y yo estuvimos calladas un buen rato, andando por la calle, nos costó volver a la realidad.

Sonidos y olores

Sonidos y olores

Hay que ver lo que son los sonidos, los olores...son capaces de transportarnos a otro tiempo y a otro lugar. Esta mañana mientras me arreglaba para venir al trabajo empezó a sonar un cortacésped y de repente fue como si me hubiera metido en una máquina del tiempo. Estaba en mi casa de Las Petunias, una mañana de verano, de sol penetrante y el jardinero cortaba el césped como todas las semanas en la piscina. Ese ruído es verano, pleno verano. Días en los que me iba a la piscina con mis amigas y no volvía a mi casa hasta la hora de comer, juegos en el agua, en el césped, los bailes que preparábamos y luego se los hacíamos a nuestras madres. Volví a tener siete años, cuando los veranos eran larguísmos y los días eran sólo piscina, playa, risas y polos de fresa. Cuando el verano era jugar al elástico y a la comba y montar en bibicleta. Cuando el verano era ir en bici hasta el cortijo a comprar chucherías, mientras mis hermanos le gritaban a la vieja del coritjo como le llamaban, una anciana que siempre iba vestida de manera estrafalaria y que rebuscaba entre la basura. El verano era noches de policias y ladrones, corriendo y escondiéndonos por la urbanización. El cortacésped me trasladó otra vez a esos grandes corros debajo del ciprés, jugando a las cartas hasta que el sol desaparecía, aún en bañador y con los pelos aún húmedos.
A esos veranos donde todo era divertido y despreocupado, donde te quedabas en la playa hasta que anochecía jugando al conejo de la suerte...y luego volvías a casa en bicicleta.

Esta mañana mientras me arreglaba y escuchaba el cortacésped he podido incluso oler a césped recién cortado. Es curioso la de sensaciones que puede provocarnos un solo sonido.